EL ÁNGEL QUE VOLVIÓ A SER
¿Qué fue de ese ángel?
¿ Hacia dónde le llevaron sus alas recuperadas de ese color
multicolor lleno de todos los colores transparentes del arco iris? Ya
eran alas, ya eran grandes, ya eran altas y bellas y níveas y suaves
y acariciantes. Ya eran torpes e inseguras, con ganas de volar, con
temor a volar, con incertidumbre de sonar, de notar, de sentir, con
ansia de gritar, de reír, de jugar. Alas húmedas de felicidad, de
emoción, de ilusión recuperada, nunca perdida, mantenida,
acumulada, atesorada. Y vuela solo, vuela independiente, más
conectado que nunca, luz azul brillante que sube por la espalda e
invade de energía, de sublimación tranquila, reposada, configurada
con toda la nada, por fin pertenece a esa nada que lo es todo y es
nada de nada, nada por el río serpenteante, nada por el cielo que
ríe, que se satisface al observar el éxito que también es suyo,
que no lo duda, que siempre lo supo, padre, madre, todo tu propio
ser. ¡Deja que se renueve el paraíso! deja que se reforme la
atalaya hacia los sueños, volverá a ser bella, como siempre lo ha
sido, nueva, vieja, más clara, pequeñas piedras ancianas te
conducirán hacia el límite, aunque no haga falta te alegrará su
renovación, te hará sentir las alas que crecen, que ya han
recorrido un poco más de camino, que ya son más sabias, más
blancas... Y de repente ya no son azules, como por arte de
encantamiento la niña de piedra te dice que salgas del rincón de
las cosas viejas y dulces porque ya no hay azul, ya no hay gladiador
negro, ni pájaro verde, ya tienes tu color, ya no están esos otros
colores que teñían forzados, ya ha desaparecido el poder del
gladiador, ya su grito no amedrenta, no da miedo, no tiene fuerza, es
un grito lejano que se aleja, que permanece allí donde se quedó, y
el ángel camina y camina sin andar, pisa los viejos caminos volando,
el viejo dragón lo empuja suavemente hacia el lugar dónde el hada
de mármol ha estado guardándolo todo este tiempo, vuelve allí
porque allí es donde tiene que volver, no hay otro lugar, no hace
falta mirar, no hace falta caminar, no hace falta nada porque siempre
ha estado allí, era el ángel, era el niño, era sólo él,
asustadamente resguardado del peligro en el lugar donde murió su
ilusión, petrificado en el altar de piedra donde el hada de mármol
no lo dejó sacrificar, esperando que llegara este momento, el
momento que siempre ha estado allí, el momento que siempre había
tenido que llegar, y ya no hay pájaros acechando, no hay gladiadores
custodiando con sus lanzas la entrada a ese templo extraño,
desconocido, recurrente siempre siempre sin saber porque, sólo el
hada de mármol como siempre, y ese pequeño ser de luz agazapado
donde se quedó, con cara de asustado, mirando de reojo, en silencio,
enmudecido por las heridas infligidas tanto tiempo atrás,
gladiadores azules convertidos en pájaros negros le desgarraron el
alma virgen, le aniquilaron las ilusiones, le destrozaron un corazón
de gelatina, corazón que ha seguido latente, no estaba muerto,
nunca estuvo muerto, jamás estará muerto, sólo recomponiéndose,
sólo hibernando mientras se ha ido reconstruyendo, capaz de
autoalimentarse con su propia fuerza, esperando la llegada de quien
tenía que llegar, ángel mágico, ángel blanco, ángel sin sombra
de pájaro ni azul ni verde ni negro, ángel sin gladiadores, sólo
ángel, despojado de toda cadena, liberado de toda atadura, lo
normal, lo lógico, lo natural, todo este tiempo ha sido así,
siempre ha sido así, no te asustes, eres un ángel, eres mi ángel,
somos el mismo ángel, levántate, camina, cógete de mi mano y no
dudes en dar el primer paso, sé que es tambaleante, pero mi mano es
fuerte, ya me han crecido las alas para venir a buscarte, camina,
sabes dónde vamos, es el único lugar al que podemos ir, no hay
escapatoria posible, las aguas grises están esperando, el sacrificio
es este, lo siento, no eres tú, nunca has sido tú, jamás serás
tú, deja que se vaya, ahuyenta a tus carceleros, déjalos marchar,
no pueden seguir confundiéndote, lo sabes, ahora lo sabes, te lo
digo yo, siempre te lo has dicho tú, deja que se queden donde tienen
que quedarse, que los alejen las olas, que los devuelvan a la orilla,
¡qué más da!, ya no tienen poder, ya no están, siempre estarán
pero ya no están...Duele y libera, reconfortante sacrificio,
alentadora acción lógica, llora si quieres, el ángel está aquí,
y no llora, pero te deja llorar, pero te obliga a seguir, ya está
hecho, ya está hecho y hay que caminar, ¿recuerdas todo esto?, es
nuevo, míralo con tus nuevos ojos de ángel, lo reconoces vestido de
tiempo, disfrazado de años, sigue allí, como siempre, como nunca lo
ves ahora, capaz de verlo por fin, te aferras a esa mano de ángel,
no te aferras a la mano de un gladiador que no quiere ver que su
carne es trémula, y esa visión es extraña, es igual y es
diferente, porque todo sigue ahí, y la vieja se va con paso lento,
desaparece por el callejón hasta convertirse en humo, en niebla, en
luz anaranjada de magia y sabes que así debe ser, que todo se
transforma, que todo se libera para quedar en el mismo sitio, un
sitio que jamás vuelve porque ya no está. Por fin puedes descansar,
por fin caminas vacilante a través de esa anciana que te acogió sin
dudarlo, más segura que tú de que eras un ángel. ¿porqué te
crees sino que te trajo? Cuántos años, poquito a poco,
inconscientemente para que no te dieras cuenta hemos llegado hasta
aquí, al lugar en el que teníamos que llegar, ahora eres un ángel
experimentado, preparado, configurado para lo que siempre estaba
escrito, lo sabes pero aún no te atreves a mirarlo, te da miedo ver
que eres tú, que a ese angelito al que se le rompieron las alas, que
ese angelito que ha estado tanto tiempo luchando, ahora es ese ángel
que camina seguro en su lugar, consciente de su fuerza, liberado de
maestros salidos del camino, ese eres tú, ángel mágico, joven aún,
por eso no te atreves a levantar la vista...pero el Dragón Blanco
está satisfecho, sonríe con su infinita blancura, se regodea de su
éxito y por fin te permite volver a sentirlo en todo su
esplendor... y empieza a caer sobre ti, empieza a posarse sobre tus
ojos, sobre la punta de tu nariz, sobre tus párpados incrédulos,
blanco, blanco, resopla, juega contigo, y al final te abraza fuerte,
fuerte como tú sabes que lo hace, de manera cálida, de manera
sinuosa, de manera suave pero con una fuerza que va más allá de
todo...y tú sabes que debía ser así, que siempre fue así.