viernes, 27 de enero de 2017

PUNTO Y SEGUIDO





"Martes 12/02/3013                 Praga 13:00

Aeropuerto de Praga. Un rato antes de partir a Barcelona.

Praga se ha despedido como sólo ella sabe. Un manto blanco la cubría esta mañana cuando me he despertado. Blanca, nevada, dejando caer millones de terciopelos. Pero hoy no he retrocedido a hace nueve años. Nos hemos quedado ella y yo en el ahora, en este momento. Sigue estando aquí, ahora mismo, con su magia absolutamente intacta.

Me deja marchar, me da su regalo, feliz al verme feliz. Y me deja marchar. Y en realidad no se despide, porque siempre estará aquí, conmigo. Ya puede nevar tranquila. He cogido a ese chaval de la mano y no tendrá frío. Me lo llevo conmigo y ya puede nevar. Todo acabó y al mismo tiempo empieza.

Hace nueve años se marchaba de aquí un chaval asustado sin saber que su corazón se quedaba en esta ciudad. durante esos nueve largos años el Dragón Blanco ha resguardado ese pequeño coranzoncito palpitante, imperecedero. Hoy vengo a buscarlo y el Dragón me lo devuelve, complacido. Ya estoy preparado para cuidarlo. Extiende sus brazos y me lo ofrece con una sonrisa, asintiendo, sabio por encima de cualquier cosa, siempre lo estuvo protegiendo hasta que el momento adecuado llegara.

Está nevando. estoy en el aeropuerto de Praga y está nevando. No me siento solo, pues formo parte de un todo intangible. Sonrío, sólo sonrío tranquilamente, suavemente, con cada átomo de mi ser más inmaterial sólo sonrío en paz. En paz. Y está nevando ahí afuera.

Y esos dos puntitos azules bailan felices, cogidos de la mano bailan entre esa cortina de copos de terciopelo danzantes, bailan por el cielo, justo sobre la tierra cubierta de nieve. Bailan en ese parquecillo donde una mujer de piedra sonríe complacida, bailan en una terraza centenaria donde dos cuerpos bullen de emoción, bailan frente a una ventana en la que la figura de un chaval emocionado se desvanece, bailan delante de un restaurante tailandés, y en medio de calles cubiertas de nieve, bailan frente a la mesa de un café de este aeropuerto donde ya no están esos dos jóvenes que se abrazan mientras un anciano llora por ellos (¿serías tú, mi Dragón?), bailan por los pasillos de este aeropuerto donde se va desvaneciendo la figura de ese joven arrasado de amor. Lo atraviesan y le devuelven la energía que nunca dejó de poseer. Y grita!!!! Porque es así, porque su vida ha durado más de quinientos años y durará infinitamente más.

Tengo treinta y seis años. Y llevo camisa. Y estoy escribiendo en el aeropuerto de Praga. Y soy el niño que está a mi lado con un anorak rosa, y si le gusta a él, me gusta a mí. Y soy el joven que está a mi derecha, al que le he dejado la camisa y que aún no se ha quitado el gorro que tuvo que comprarse hace años porque se le olvidó el suyo en un taxi. y si él lo quiere seguir llevando, a mí me parece perfecto y me gusta. Estoy sentado en una mesa en un aeropuerto, el de Praga. Y me gusta quien está conmigo. Me provoca un instinto de protección que me llena de satisfacción.

Ahora estoy aquí. Yo estoy aquí. Y da igual adónde vaya mi cuerpo. Porque Yo estoy con él."




Hace casi cuatro años escribía esto después de vivir unos días muy especiales para mí. No he vuelto a Praga desde entonces, pues la vida me ha llevado a otros lugares. Hoy, "casualmente", releyendo viejos escritos, me he topado con este fragmento que "casualmente" me ha hecho recordar, frente a una ventana muy diferente, una parte de mí que adoro. Ese punto y seguido que escribí hace casi cuatro años, y que ahora me hace volver a hacer algo que amo: ESCRIBIR